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La información sobre los peligros del azúcar para la salud es apabullante. Se ha demostrado que hay más de 75 clases de daños que son generados por consumir este dulce veneno. Entre ellos se cuentan la obesidad, las caries dentales, la hipertensión, las hiperlipidemias, daños cardiovasculares, la diabetes tipo II, la aterosclerosis, trastornos en el sueño, depresion, envejecimiento prematuro, entre muchísimas otras patologías derivadas del consumo de azúcar. Además, se ha demostrado que actúa como alimento para el cáncer -por eso la dieta cetogénica es una herramienta terapéutica para él- y la Cándida Albicans. A raíz de esto, los edulcorantes artificiales entraron a la ecuación. Las personas empezaron a buscar una alternativa o un sucedáneo a la sacarosa o azúcar. Estos prometieron ser la solución y terminaron siendo todo lo contrario.
El azúcar es un disacárido compuesto por dos monosacáridos. Es decir, es la unión de dos azúcares: la glucosa y la fructosa. Tiene cuatro kilocalorías por cada gramo y son denominados carbohidratos vacíos ya que no aportan vitaminas ni minerales a que tienen alto procesamiento químico para refinarla y convertirla en sacarosa pura. Se utiliza para endulzar y aumentar la palatabilidad de los alimentos. Pero debido al agradable sabor que le da a los alimentos y su alarmante estímulo a nivel cerebral, su uso se ha extendido tanto que la adicción a ella se volvió una epidemia. Su poder adictivo es absurdo, pero adivina qué, el de los edulcorantes artificiales, también.
¿Qué son los Edulcorantes Artificiales?
Son sustancias químicas que tienen la capacidad de dar sabor dulce a un alimento (a veces incluso mayor al del azúcar) pero sin aportar calorías. El problema es que dichas sustancias son ajenas al organismo y a pesar de no tener calorías, sí lo afectan. ¿Sabes por qué no tienen calorías? Porque son completamente artificiales. Veamos un ejemplo: la sucralosa se promociona como si fuera un azúcar cuando en realidad es el resultado de un proceso químico donde se sintetiza una molécula usando 3 moléculas de cloro -el cual puede llegar ser tóxico- y una molécula de sacarosa. Este proceso tiene varios pasos donde vemos desfilar químicos peligrosos. Se comienza con una molécula de sacarosa que es tratada con cloruro de tritilo, anhidrido acético, cloro de hidrógeno, cloruro de tionilo y metanol en presencia de dimetilformamida, tolueno, metil isobutil, cetona y ácido acético, cloruro de benzyltriethlyammonium y metóxido de sodio ¿Pudiste siquiera pronunciar sus componentes? El resultado final es una molécula completamente artificial y sintética.
Si no tienen calorías ¿cómo me afectan?
Primero debemos entender qué es la insulina y cómo se ve estimulada por los endulzantes artificiales. Esta hormona reina, es producida en el páncreas por las células beta. La insulina es quien abre las puertas de las células para que la glucosa presente en la sangre entre y sea utilizada como fuente de energía. Ahora bien, cuando un alimento dulce entra a tu boca inmediatamente se secreta insulina en el torrente sanguíneo y se prepara para llevar los azúcares a todas las partes del cuerpo donde se usa o se almacena. Primero en el hígado, luego en el músculo y por último en el tejido adiposo en forma de grasa.
¿Por qué no solucionan la obesidad?
Ya dijimos que la sacarosa es una de las causantes de la obesidad. Pero, los edulcorantes artificiales que fueron inventados para ‘‘solucionar’’ este problema resultaron siendo peor. El cuerpo no se deja engañar con el argumento de que lo que ingieres es ‘‘calorie-free’’.
El hecho de que algo no tenga calorías no significa que pase por tu cuerpo sin causar ningún efecto.
1. No hay saciedad
Cuando comes algo dulce el cerebro libera dopamina que se encarga de activar el centro de recompensa, como resultado tu cerebro recuerda esa acción como algo que debes repetir. Si repites este proceso muchas veces -como es común en alguien que utiliza rutinariamente endulzantes artificiales- jamás vas a erradicar con el problema de la adicción al sabor dulce.
Por otro lado, hay una hormona encargada de controlar el apetito llamada leptina. Es liberada para avisarle al cerebro cuando debemos parar de comer. Le da al cerebro una señal de saciedad. El problema es que como los edulcorantes artificiales no tienen calorías, no te harán sentir saciedad. Es decir tu cerebro no sabrá cuando estás saciado y por ende, tus ganas de comer no se va a ir tan fácilmente. Así, no desactivarás esa ruta de recompensa y el deseo de comer cosas dulces siempre estará ahí.
2. Demasiada insulina
Como ya lo mencionamos, siguen estimulando la insulina. Se ha demostrado además que los edulcorantes artificiales aumentan la resistencia a la insulina en una forma mucho mayor que el azúcar común. El hiperinsulinismo -mucha insulina- es la causa de la resistencia a la insulina en las células gracias a que se van volviendo resistentes a su acción. Llega el aumento de peso ya que si las células no responden a la insulina para guardar ahí la glucosa, ésta termina acumulandose en forma de grasa.
‘‘Recuerda que cuando tu insulina está alta, acumulas grasa’’.
Las investigaciones de más de 30 años han demostrado que los edulcorantes o endulzantes artificiales estimulan el apetito, aumentan el deseo de carbohidratos y producen disfunciones metabólicas que promueven el almacenamiento de grasa, el aumento de peso y por supuesto enfermedades metabólicas.
¿Cuándo utilizo toda esa glucosa acumulada?
Cuando el nivel de azúcar en la sangre comienza a bajar debido al transcurso del tiempo y a la actividad, el hígado cede una parte pequeña para que el cuerpo la use. Una vez gastada la parte cedida por el hígado, sube el nivel de glucagón para indicar a las células adiposas que se abran y entreguen lo almacenado a las células que lo necesitan como combustible. Esto es lo que se alcanza a mayor escala en períodos de ayuno.
Hasta aquí no hay ningún problema. Pero la realidad es que la persona promedio no llega al punto de necesitar agotar sus reservas de glucosa. Si la persona es adicta a los azúcares simples o edulcorantes artificiales, el exceso de insulina altera ese importante toma y daca hormonal y cada que ingiere estos ‘‘alimentos’’ altera todo el equilibrio. Todo el tiempo esta en estado de ”acumulación”. Es cuando en el tiempo, aparece la resistencia a la insulina. A un pasito de la diabetes y otros problemas metabólicos.
Los niveles elevados de insulina producen ansiedad por comer justamente las sustancias dulces que causaron este desequilibrio ¿o ves a las personas ansiosas por comer salmón y ensalada? Todo se vuelve un círculo vicioso que te termina enfermando.
Los diferentes nombres de los edulcorantes…
La industria alimentaria se ha encargado de esconder el azúcar/edulcorante con cientos de nombres. Por eso, es primordial que leas las listas de ingredientes y aprendas a reconocerlos. Pueden pasar por colorantes, preservantes e incluso como agentes de volumen. Aquí te mostraré solo algunos de los nombres que son sinónimos del azúcar:
- Jarabe de mantequilla
- Caramelo
- Jugo de caña evaporado
- Melaza negra
- Jarabe de algarroba
- Sirope de maíz
- Miel
- Miel de caña
- Melaza de arroz
- Jugo de fruta concentrado
- Sólidos de jarabe de maíz
- Sirope dorado
- Jarabe refinado
- Jarabe de arce
- Cebada de malta
- Dextrosa
- Glucosa
- Jarabe de arroz
- Maltodextrina
- Galactosa
- Acesulfame-K o acesulfame de potasio
- Jarabe de maíz alto en fructosa
- Fructosa
- Jugo de fruta
- Manitol
- Sacarosa
- Sucralosa
- Azúcar invertida
Otros efectos adversos de los sustitutos del azúcar
Tanto los azúcares naturales como los edulcorantes artificiales son promotores directa o indirectamente de más de 70 problemas de salud. Entre ellos se cuentan la obesidad, la diabetes tipo II, la aterosclerosis, el envejecimiento, alteraciones en la microbiota intestinal, desarrollo del cáncer, trastornos en el comportamiento, problemas coronarios y las enfermedades derivadas de un sistema inmune suprimido.
Pueden promover el crecimiento a nivel intestinal de la Cándida albicans. Un hongo que aunque naturalmente se encuentra ahí, cuando se da un sobrecrecimiento de ella puede causar daños en las paredes intestinales, infecciones vaginales y otro tipo de inflamaciones.
Por último, la microbiota intestinal microbiota intestinal se ve desequilibrada cuando hay excesos de edulcorantes artificiales en la dieta. Los desequilibrios en ella pueden acarrearte muchisimos problemas de salud. Estudios hechos en ratas han podido vincular el consumo de endulzantes artificiales con serios desequilibrios en la flora intestinal causando intolerancia a la glucosa.
¿Existen edulcorantes seguros?
Debes estar en este punto pensando que jamás deberías volver a probar un bocado de algo dulce, pero si eventualmente consumes algo que contenga algún edulcornte artificial, no representará ningun riesgo. El problema, es cuando las personas deciden consumirlos diariamente como sus endulzantes predilectos.
Hay alternativas que pueden servirte y sí son seguras. Recuerda, se trata de romper con la adicción al sabor dulce, así que tampoco deberías usarlos indiscriminadamente.
Hay alternativas que son 100% seguras como la stevia, el eritritol y el Luo Han Guo o “fruta del monje”. Ninguno de ellos afecta la insulina y hasta el momento, no se han encontrado perjuicios en la microbiota intestinal.
1. La Stevia
Ésta se ha estudiado más que cualquier otro edulcorante natural y ha demostrado ser seguro y sin riesgos para la salud. Los indios guaraníes la han usado desde hace siglos junto con los japoneses que llevan décadas usándola como endulzante natural sin calorías. Ahora, cuando vayas a comprar stevia, siempre revisa los ingredientes y asegúrate de que es SÓLO stevia. Si es líquida que sólo sea stevia y agua. Es demasiado frecuente encontrarse con endulzantes que dicen ser stevia, pero este termina siendo su último ingrediente. Están llenas de endulzantes artificiales.
2. El Eritritol
Es un polialcohol derivado de la fermentación del almidón de maíz o almidon de trigo. Varios estudios indican que es seguro ya que no no afecta la insulina y al ser absorbido en su mayoría en el intestino, no causa síntomas digestivos como otros polialcoholes que pueden tener efectos laxantes -ganas de ir al baño con más frecuencia y heces con consistencia más blanda-.
3. El Monk Fruit
La fruta del monje o monk fruit, es una fruta parecida al kiwi la cual es 300 veces más dulce que la sacarosa. Su ventaja es su sabor agradable sin efecto residual, su falta de calorías y su ausencia de toxicidad o efectos nocivos. La fruta del monje o Monk Fruit se ha utilizado por siglos en el Asia sin efectos adversos. Aún es un poco difícil conseguirlo ya que apenas está empezando a hablarse de ella, especialmente cuando se trata de endulzar durante la Dieta Cetogénica.
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