Dieta Carnívora: ¿por qué tanta popularidad?

La adopción de esta forma de alimentación se ha vuelto cada vez más y más popular entre las personas. Y es que, se logran increíbles cambios en su salud llevando una dieta carnívora. Esto, gracias a la eliminación o reducción significativa del consumo de alimentos de origen vegetal mientras que los alimentos provenientes de los animales, se priorizan.

 

¿Qué es una dieta carnívora?

Como su nombre lo indica, se trata de una alimentación en la que todos los nutrientes se obtienen de los animales (o al menos la mayoría). Es por eso que en una alimentación carnívora estricta, se utiliza lo que más se pueda utilizar del animal. Los órganos, los músculos, los tejidos conectivos y los huesos para hacer caldos. De esta forma se asegura la obtención de todos los nutrientes esenciales para el ser humano de una forma fácil de digerir y biodisponible.

El primer pensamiento que puede surgir en la mente de muchas personas es que esta forma de alimentación conlleva a deficiencias nutricionales por la ausencia de frutas y verduras. Especialmente en nutrientes que se cree que sólo se obtienen únicamente de fuentes vegetales como la vitamina C. Sin embargo, cuando se incluyen los órganos de los animales, todos estos nutrientes se obtienen sin problema.

 

¿De dónde viene esta tendencia?

La dieta carnívora es necesario entenderla desde un punto de vista evolutivo. Se estima que los seres humanos evolucionaron consumiendo carne animal. Y que el consumo de este alimento, influyó mucho en el evolución y desarrollo de nuestro gran cerebro que a pesar de representar solo el 2% de nuestro peso corporal, consume el 20% de toda nuestra energía. Es por esto que se considera un tejido (órgano) bastante costoso. Pero ¿por qué se estima que gracias al consumo de carne nuestro cerebro se desarrolló tanto?

 

La hipótesis del tejido caro

Esto viene de una hipótesis planteada en 1995 por Leslie Aiello y Peter Wheeler. Se trata de la ‘‘Hipótesis del tejido caro’’ (o ‘‘Expensive tissue hypothesis’’) que relaciona el tamaño de nuestro cerebro con el tamaño de nuestro intestino. Esta hipótesis sugiere que para compensar los grandes requerimientos energéticos de un gran cerebro como el nuestro, el tamaño de otros órganos como el intestino y el hígado debía reducirse. Es decir, para que nuestro cerebro pudiera evolucionar y obtener el tamaño que tiene ahora y no aumentara nuestro metabolismo basal (cantidad mínima de energía que necesitamos para que nuestro organismo funcione), el organismo debía disminuir el gasto energético de otros tejidos ‘‘caros’’ como el intestino.

¿Cómo se redujo el tamaño del intestino?

Debido a que el tamaño del intestino está directamente relacionado con la dieta, un intestino pequeño sólo se pudo lograr, gracias a alimentos de alta calidad, densos nutricionalmente y que especialmente, fueran fáciles de digerir. Esto es precisamente una característica de la carne y los órganos de los animales. Son alimentos que no requieren un proceso largo de digestión gracias a la biodisponibilidad de nutrientes. El acceso a los nutrientes de estos alimentos, no implica un gran trabajo digestivo. Así que, según esta teoría, una dieta carnívora fue lo que habría permitido la reducción de nuestro intestino y el desarrollo de un gran cerebro.

 

 

Además, los hallazgos de utencilios que se utilizaban en la época paleolítica, corroboran que los alimentos de origen animal fueron una de las principales fuentes de alimentos.

 

¿Qué beneficios tiene esta forma de alimentación?

 

1. Hay una mayor biodisponibilidad de nutrientes

Obtener los nutrientes de fuentes animales, es mucho más eficiente. Esto se debe a la ausencia de anti nutrientes que afectan la biodisponibilidad de nutrientes.

 

Pero ¿qué es la biodisponibilidad?

La biodisponibilidad es un concepto que se refiere a qué tanto podemos acceder a un nutriente (proteínas, ácidos grasos, vitaminas o minerales) una vez comemos y se digiere un alimento. Es decir, si una vez ingerimos un alimento, nuestro organismo realmente puede acceder a ese nutriente.

Este acceso a los nutrientes por parte de nuestro organismo, puede ser influenciado o afectado por muchas cosas: falta de acidez estomacal, inadecuada producción de enzimas, estados patológicos (Helicobacter Pylori, ulceras, gastritis, etc), método de cocción de alimentos, estado de la flora intestinal y presencia de toxinas o antinutrientes. 

Sin embargo, esta vez nos enfocaremos en los antinutrientes ya que son los que se eliminan en una alimentación carnívora. Estos compuestos, son característicos de los alimentos de origen vegetal. Los antinutrientes y las toxinas, constituyen el método de defensa de las plantas. Mediante ellos, se defienden de insectos y otras amenazas que puedan comprometer la especie.

 

¿Qué hacen los antinutrientes?

Lo que hacen estos compuestos (dependiendo de la planta) es entorpecer e incluso inhibir la absorción de vitaminas, aminoácidos esenciales pudiendo afectar funciones en el organismo y el mantenimiento de la masa muscular. En particular, afectan la absorción de vitaminas y minerales como el calcio, el magnesio, el zinc, el potasio, el fósforo, el sodio, el hierro y el cobre.

 

2. Se eliminan los antinutrientes que además de afectar la biodisponibilidad de nutrientes, pueden causar reacciones en nuestro sistema inmune

En algunas personas los anti-nutrientes pueden causar más que la interferencia en la absorción de nutrientes. Pueden llegar a desencadenar reacciones por parte de nuestro sistema inmune y causar síntomas intestinales como la irritación de la mucosa intestinal, estreñimiento, inflamación, diarrea, reacciones alérgicas, disminución de la función tiroidea, problemas en la piel e incluso formación de cálculos renales como ocurre con los oxalatos (un tipo de antinutriente).

Además, ciertos componentes a los que se le han atribuido muchos beneficios, pueden también tener un comportamiento antinutricional (como es el caso de la fibra) o un grado de toxicidad (como ocurre con ciertos polifenoles). Por tanto, en muchos casos eliminar alimentos que son ricos en ellos, resulta beneficioso.

 

3. Por excelencia, se eliminan los alimentos procesados y el azúcar

Los alimentos típicos y dañinos de nuestra dieta occidental, quedan automáticamente por fuera: azúcares y carbohidratos refinados, aceites vegetales y alimentos procesados. Que son en gran parte, los promotores de las enfermedades que nos atañen en la actualidad y causan cientos de miles de muertes alrededor del mundo (diabetes tipo 2, hígado graso, hipertensión, infartos y las enfermedades cardiovasculares).

 

4. Se pueden controlar muchas condiciones patológicas

Aunque faltan estudios clínicos de una dieta carnívora, hay cientos de testimonios de personas que adoptando este estilo de vida han logrado revertir y controlar problemas en su salud. Personas que han logrado perder el exceso de peso, han mejorado sus niveles de colesterol, han podido eliminar problemas articulares y condiciones como la osteoartritis. Se ve la disminución de la inflamación sistémica, y hay bastantes casos de personas que han podido eliminar enfermedades autoinmunes como la psoriasis y otros problemas dermatológicos como la caspa y el acné. 

La gran mejora en la calidad del sueño, el aumento de los niveles de energía y el estado de ánimo es un testimonio constante. Así como también la depresión, la ansiedad y los antojos. También hay muchos testimonios de personas que han podido revertir problemas hormonales como el hipotiroidismo.

Finalmente, todos los testimonios hablan de que los problemas intestinales o digestivos como la gastritis, el reflujo, la inflamación, gases y el estreñimiento, se van por completo.

(Les sugiero leer algunos de estos testimonios)

 

¿Hay alguna contraindicación?

Frente a la dieta carnívora, las ‘‘contraindicaciones’’ que suelen traerse a colación tienen que ver con temores implantados hace décadas y que aún siguen vigentes. Por ejemplo, el miedo frente al consumo de carne roja y grasas saturadas gracias a las asociaciones (no causalidades) que se han encontrado con el desarrollo del cáncer y enfermedades cardiovasculares. O el miedo frente el supuesto daño que causa el consumo de carne al medio ambiente. Estos temas ya han sido reevaluados. Les sugiero leer los siguientes artículos: ”Las grasas saturadas NO son malas” y ”¿La carne roja es cancerígena?”.

Primero, el consumo de grasas saturadas y carne roja no representan un riesgo real para la salud cardiovascular, intestinal o renal. El daño lo causan otros factores de la dieta y el estilo de vida como el consumo de alimentos ultra-procesados, aceites proinflamatorios, el exceso de azúcares, exceso de estrés, mala calidad de sueño y el sedentarismo. Segundo, el ‘‘daño ambiental’’ que se dice que causa el consumo de carne animal, es algo que hay que mirar con lujo de detalles porque aquí entran a jugar muchos factores como cuál es el tipo de agricultura que se está practicando. También, valdría la pena analizar y comparar cuál es el impacto ambiental que tiene la producción de carne, frente a la producción de alimentos de fuente vegetal provenientes de monocultivos. Una comparación que pocas veces se hace y ciertamente estos representan un daño mayor. Sin embargo este tema lo abordaremos en otro artículo.

Así que en términos generales, este tipo de alimentación no parece tener ”contraindicaciones” reales que no hayan sido ya reevaluadas. Siempre y cuando, lo que se consuma sea de origen natural y mínimamente procesado, se eviten las grasas que promueven la inflamación y la actividad física haga parte de la rutina diaria.

 

Aspectos a tener en cuenta…

Cuando se trata de consumir animales, siempre se recomienda buscar animales que hayan sido criados y alimentados de una forma consciente y saludable. Es decir, que su crianza y su alimentación sea tan parecida a como sería en condiciones naturales como sea posible. En el caso de los animales terrestres como los cerdos, las vacas, las gallinas/pollos, los corderos, entre otros., se prefiere entonces que sean de pastoreo. En el caso de los animales de agua, que sean en la medida de lo posible salvajes (wild caught) y no de cultivo.

Esto es  porque a nivel industrial, la alimentación natural de los animales es cambiada. Generalmente, por granos como el maíz y la soya (los más utilizados y que no hacen parte de la alimentación natural de estos animales). Estos granos, con frecuencia están modificados genéticamente y son provenientes de monocultivos. Esto se traduce primero en un contenido de agroquímicos que pueden llegar a ser nocivos para la salud humana (fertilizantes, pesticidas, fitohormonas, etc). Segundo, el perfil nutricional y especialmente el de las grasas de la carne dichos animales, cambia. Pudiendo tener por ejemplo, un mayor contenido de ácidos grasos proinflamatorios.

Finalmente, la inclusión de órganos como el hígado en la dieta carnívora ayudará a alcanzar un óptimo aporte de nutrientes.

 

Aunque aún falta por investigar de forma oficial este estilo de alimentación, cada vez hay más testimonios de personas que logran controlar (e incluso acabar) con muchas condiciones patológicas. La priorización de nutrientes esenciales de fuentes biodisponibles sin duda beneficia de gran forma nuestro organismo. Más aún cuando en la actualidad, la disponibilidad de comida es muy alta, y aún así, las deficiencias nutricionales aumentan cada vez más.

 

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